Perdona a todos y perdonarte a ti mismo,
no hay liberación más grande que el perdón;
no hay nada como vivir sin enemigos.
Nada peor para la cabeza, y por lo tanto
para el cuerpo, que el miedo, la culpa, el
resentimiento y la crítica
(agotadora y vana tarea), que te hace juez
y Cómplice de lo que te disgusta.